Fuente: La Vanguardia

La masia, construida en el siglo XIV en Sant Pere de Ribes, ha sido rehabilitada para acoger celebraciones y eventos en primera línea de mar

La arquitectura no está basada en el hormigón y el acero y los elementos de la tierra, sino en el asombro”. Esta frase del arquitecto estadounidesene Daniel Libeskind cobra sentido al pisar fincas como la recientemente rehabilitada Casa del Mar, en Sant Pere de Ribes, donde convergen historia y modernidad.

Su historia se remonta a la Edad Media, cuando Pere Colell la mandó construir como casa rural. También se sabe que fue un convento y residencia estival de Alfonso XIII. Más tarde, en 1939, Felipe Bertran de Güell adquirió la llamada entonces Masia dels Colls y la transformó en una residencia rústica, pero confortable, y la bautizó como Casa del Mar, ya que se halla en una pequeñapenínsula en el parque natural del Garraf en primera línea de mar.

REHABILITACIÓN

En 2013 fue adquirida por el empresario catalán Albert Ollé, presidente del grupo corporación Valora, que ha invertido 4 millones de euros en su rehabilitación transformado Casa del Mar en un escenario exquisito para realizar celebraciones, eventos o sencillamente disfrutar del relax y del mar por unos días.
La casa acoge tanto eventos privados, bodas exclusivas, celebraciones familiares, como profesionales, convenciones, jornadas de retiro para ejecutivos, presentaciones de productos, entre otros.

Asimismo, también es escogida como localización para rodajes cinematográficos, spots publicitarios, videoclips, photoshootings, ya que tiene una excepcional ubicación frente al mar y varios escenarios.

FINCA CON PERSONALIDAD

Gracias a la reforma integral que se ha realizado, Casa del Mar es hoy una finca de gran personalidad donde se han respetado los orígenes de su estructura y el enclave del parque natural.

Los elementos históricos, como las arcadas originales de su construcción, conviven ahora con una arquitectura sencilla y moderna. Aunque hay una especial querencia por conservar la esencia tradicional mediterránea, ya que tiene rasgos de minimalismo, con líneas sobrias y un toque natural, pensado para suavizar las formas y crear acogedores ambientes.

La finca, que tiene 1.000 m2 construidos en una extensión de 4 hectáreas, dispone de seis suites todas ellas exteriores, con terrazas y vistas al mar, un amplio salón en la planta baja con tres ambientes diferenciados y una gran cocina totalmente equipada. El estilismo realizado es muy fresco, relajante y envolvente, con un cuidado especial en los detalles.

El exterior cuenta con una gran piscina y varios espacios preparados para acoger diversos eventos, y también dispone de discoteca y zona de aparcamiento.